Los entendidos dicen que no hemos tocado fondo.
Ahora la gente se queja porque había colas, y resulta que no hubo colas para votar, y la gente también se queja. ¿En qué quedamos? Quieren hacer colas o no. Antes había colas hasta para comprar papel tualé. Ya no hay, porque simplemente no hay necesidad de ese artículo que antes, era imprescindible.
En verdad, el papel tualé ha pasado a un segundo plano. Porque si vamos a ver que no hay comida… ¿Para qué vamos a necesitar papel tualé?
Lo que sí está de madre, es la falta de medicinas. Obviamente, la falta de comida trae debilidad y con ella, las enfermedades. Pero tampoco puede enfermar la gente, porque ¿Quién hace las colas?
La ausencia laboral se hace cada día más notoria. Y por varias razones: El marido hace la cola pa’l café y la esposa, para el arroz… el hijo mayor para el pollo y la nuera en Farmatodo, esperando que llegue la matica de acetaminofén. Entonces: ¿Quién trabaja? Nadie.
Pero, si vamos a ver ¿Para qué trabajar? Si el sueldo no alcanza para comprar la comida, que de paso no existe. Lo ideal entonces es estar en la cola. Allí se consigue más información de lo que pasa en el país, que en los noticieros. Porque noticias, tampoco hay. Menos mal que existen los celulares que –justamente en las colas- dicen lo que está pasando veraz y oportunamente.
No hay excusa para no estar en una cola: ¿Que usted tenía cita con el médico? Para qué ir al médico, si lo que le recete no lo va a encontrar. ¿Que usted debía ir a un velorio? No se preocupe… Puede ir dentro de varios días. También para los entierros, hay cola.
En sí, todos deberíamos abandonar nuestras casas, apartamentos o ranchos, y mudarnos a las colas. Cada uno se lleva su carpa o tarantín y allí pernocta, ahorrándose así el alquiler, con lo que por cierto, puede que le alcance para comprar alguito de comida…cuando haya.
En la cola se consigue gente de todas las profesiones; de manera que nos damos cuenta que da igual que usted haya estudiado medicina o ingeniería, o que sea un albañil o chofer de autobús. (Esto último ya sabemos que da más frutos que cualquier otra profesión) Esto sí es socialismo puro en acción.
Las colas ya tienen su género y clasificación:
Hay colas para alimentos. Hay cola para medicinas. Hay cola para champú, pasta de dientes y esos artículos superfluos. Y hay cola para baterías de carro y otros repuestos. Éstas últimas –si nos ponemos a ver- son más cómodas porque cada aspirante a consumidor, espera en su automóvil en vez de los pobres que están a paticas en medio de la calle, bajo el calor del astro sol. Claro… El problema de los que esperan en auto por las fulanas baterías, es que estas últimas se terminan de joder esperando por una nueva.
En fin, que todo el ir y venir de nosotros se traduce en colas. Días felices eran aquellos donde uno se quejaba de la cola que había para ir a trabajar, aun cuando el dinero que se cobraba servía para todo -o para casi todo- de lo que sí había.
Había también las otras colas muy felices, pero estas eran los fines de semana o los días de la secretaria, para los niditos de amor en la Panamericana y otras carreteras dedicadas al “solaz esparcimiento”. ¿Y qué me dicen de esa mega cola tan soñada para el clásico Caracas- Magallanes? Esas colas eran otras.
Algunos dicen que pronto veremos la luz al final del túnel. Ya hay gente haciendo cola para esto…Otros dicen que pronto tocaremos fondo: También hay cola para terminar de tocarlo.
Para lo único que no hubo cola fue para votar… y nos seguimos quejando… Es que somos tan desagradecidos//
Cariños y hasta la próxima…
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Nelly Pujols / foto: referencial